TÁR es un drama psicológico dirigido por Todd Field y protagonizado por Cate Blanchett, Nina Hoss, Noémie Merlant, Mark Strong y Sophie Kauer.
Va de una directora de orquesta que grabará una sinfonía importante.
Menuda estafa, chaval
TÁR es una pérdida de tiempo y de dinero.
No bromeo: es más fullera que un esquema ponzi.
Está sobrecargada de simbolismos, misterios sin resolver, escenas de relleno y “conchas de mango”.
Todo para decorar una trama convencional, con lugares comunes, como: intimidar a una niña para que deje el bullying, o las miradas de indignación de una mujer hacia su esposa, porque esta le coquetea a otra chica.
Te propongo un juego: ¿qué tal si nos ponemos en los zapatos de los ejecutivos de la industria hollywoodense?
Le dan el trabajo a un cineasta que no estrenaba nada desde 2006, y le asignan un trending topic: el #MeToo, los abusos sexuales por parte de una figura de poder. Para competir con Al Descubierto y Ellas Hablan, que van de lo mismo (a grandes rasgos), y durante la misma temporada de premios.
Si no les da por aquí, producirían cintas sobre el racismo. Estos son problemas reales y muy graves. Pero, la industria cinematográfica los monetiza, trivializa todo el asunto.
TÁR es tan comprensible como cualquier fábula de Esopo. Aunque, nace con un desafío: ¿cómo ser diferente?
Me imagino su concepción como una lluvia de ideas:
- “El victimario será una mujer, para salirnos del molde y demostrar que la maldad no tiene géneros”.
- “Que sea una académica de la música, para distanciarla del entorno de Hollywood”.
- «Tenemos que fichar a una actriz de renombre. ¿Alguien tiene el número de Tilda Swinton? ¡Olvídalo! Cate Blanchett ya nos confirmó».
- «La trama está cruda, le faltan capas. Podríamos agregarle cierta poesía, símbolos, metáforas y surrealismo del tipo Donnie Darko«.
¿Cómo cuáles?
- Sonidos fantasmagóricos de metrónomos y gritos femeninos, que representen el remordimiento de la protagonista.
- Pesadillas, sueños eróticos y tribales.
- Casas abandonadas, callejones, dibujos de martillos y misteriosos livestreams.
(Que el espectador jure que está descifrando el código Da Vinci).
STOP.
Aquí se termina la partida
El buen cine es interpretativo. Esta es una cualidad, como con El Padrino, Todo a la Vez en Todas Partes, Taxi Driver, La Strada de Federico Fellini y Vértigo de Alfred Hitchcock.
TÁR va por ahí. Y esto se agradece en varias escenas. Pero, abusa del recurso y se afana en buscarle la quinta pata al gato.
Además, sin darle más vueltas: es aburrida.
Te explicaré por qué:
Desde el principio, TÁR gasta mucho rodaje en «presentar» a su protagonista: lo vanagloria con tertulia musical, como si fuese un podcast con Gustavo Dudamel.
El espectador es paciente y le da la oportunidad a la cinta de que vaya al grano y que exponga su elemento humano.
Pero, esto no pasa. Y continúa la parsimonia…
Zzz. NADA.
Finalmente… llega el conflicto.
Y a estas alturas, ¿por qué habría de importarnos? Ya la obra está por finalizar, y previamente nunca conectamos con Lydia Tár.
TÁR no remonta como El Triángulo de la Tristeza ni como El Poder del Perro.
Cate Blanchett en TÁR
Cate Blanchett es de las mejores actrices de la historia. Punto. Aquí se adueña de su personaje y logra que el público sienta que está contemplado a una persona de verdad, aunque sea excéntrica y soberbia.
No obstante… ¡eso es lo mínimo que podríamos exigirle a Cate Blanchett!
Aparte de esto, no hay nada extraordinario.
Tampoco destaco al resto del elenco ni a la dirección.
Conclusión
✅ Fortalezas:
- Edición.
- Sonido.
TÁR es una película avara: exige demasiada atención y ofrece poco entretenimiento. Su historia es normalita, pero está colmada de simbolismos y parlamentos enrevesados. Ni Cate Blanchett la salva.
📚 Artículos Relacionados:
Gracias y hasta la próxima.
-Sebastián
Deja una respuesta