
Blue Moon es una película dramática dirigida por Richard Linklater y protagonizada por Ethan Hawke, Margaret Qualley, Andrew Scott y Bobby Cannavale.
Va de un letrista que asiste al estreno de la nueva obra musical de su antiguo compañero.
Linklater a su bola
Pregunto con sinceridad: ¿a quién le interesa esta historia?
Deben ser pocos los que ubican a este músico tan vetusto (incluso dentro de los Estados Unidos), o simpatizan con esa época tan lejana.
A su vez, la dirección es rígida y conservadora, más parecida al teatro, y que recuerda a filmes antiguos, como ¿Quién teme a Virginia Woolf?:
- Se desarrolla en el mismo escenario.
- Se sostiene con monólogos incesantes.
- Y un piano siempre suena de fondo.
Imagino que habrá espectadores fúricos, que se quejarán de que en Blue Moon no pasa nada; mientras que otros… simplemente se quedarán dormidos.
Pero, tú no eres así, ¿verdad?
¿Tú sí aprecias los detalles del realizador de la trilogía de Antes de…?
El encanto de Blue Moon
¡Cuánta elegancia y cuánta clase!
Lo mejor de Blue Moon es cómo expresa la melancolía con pequeños gestos:
- Miradas cabizbajas.
- Sonrisas compasivas.
- Suspiros.
- Y giros de cabeza, para evadir conversaciones.
(Esto especialmente para los personajes secundarios).
No obstante, Ethan Hawke se guarda -casi- todo el peso emocional de esta cinta:
Es evidente que el actor tejano se inspira cuando trabaja bajos las órdenes del cineasta de Boyhood, ya que exhibe una amalgama de sentimientos complejos:
- Cuando entra meditabundo en salones solitarios.
- Cuando sonríe cordialmente.
- Mientras contempla su copa vacía.
- Y cuando te invita a su fiesta.
Su interpretación abre un hueco en el estómago y no sabes si sentir «lástima o empatía».
(Yo no lo veía tan turbado desde Born to Be Blue).

Blue Moon es una buena película, con un guion inteligente.
Deja una respuesta